Comunidad | Educación: Simón Bolívar: Más que estatuas, un gesto de libertad universal
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La visión del líder caraqueño
Pero este tema no termina en monumentos ni en el número de estatuas —ecuestres o no— porque la visión del líder caraqueño trascendió las fronteras sudamericanas y centroamericanas. Tal como vimos en el video, su liderazgo cruzó mares y sigue resonando como ejemplo de libertad continental.
A diferencia de Cristóbal Colón, líder de la colonización de los pueblos indoamericanos, quien llegó acompañado de sus tres carabelas —como se dice popularmente— aunque la Santa María era en realidad una nao, es decir, una nave capitana.
Una nave capitana que trasladaba a otro líder histórico con el deseo de surcar los mares y encontrar tierra firme más allá del océano. Un objetivo que logró no solo una vez, sino en cuatro expediciones entre 1492 y 1502, representando a los Reyes Católicos de España. Sus travesías exploraron diversas islas del Caribe y las costas de América Central y del Sur, marcando el inicio de la exploración y colonización europea a escala continental.
Tipo de guerrero | Motivación dominante | Legado simbólico | Ejemplos históricos |
---|---|---|---|
Conquistadores | Expansión territorial, riqueza, poder | Monumentos verticales, mapas imperiales | Alejandro Magno, Napoleón, Hernán Cortés, Cristóbal Colón |
Libertadores | Emancipación de pueblos oprimidos | Plazas comunitarias, estatuas ecuestres | Simón Bolívar, José Martí, Emiliano Zapata |
El legado de Colón y la tensión del descubrimiento
El legado de Cristóbal Colón está cargado de tensiones históricas y simbólicas. Por un lado, se le celebra como “descubridor”; por otro, se le cuestiona como iniciador de un proceso violento de conquista, despojo y colonización. Su figura se alza entre mapas imperiales y monumentos verticales, pero también entre memorias heridas y voces que reclaman justicia histórica.
Bolívar y la dignidad como brújula continental
Simón Bolívar, al igual que otros próceres americanos, no solo liberó territorios: sembró la idea de una patria grande, donde la dignidad no dependiera del origen, del apellido ni del partido político, sino de los valores universales del ser humano. Su lucha fue continental, pero también profundamente humana. Bolívar no solo trazó fronteras de libertad: tejió vínculos éticos que aún resuenan en plazas, escuelas y gestos cotidianos. Su legado no se mide en estatuas, sino en la capacidad de educar para la libertad.
Bolívar y la educación como raíz de libertad
Simón Bolívar no concebía la educación como un privilegio, sino como el cimiento de la libertad republicana. Para él, educar era sembrar conciencia, cultivar criterio ético y formar seres capaces de ejercer sus derechos con responsabilidad social.
Educación como brújula democrática
Acceso universal como ruptura colonial
Bolívar defendía una educación pública, gratuita y obligatoria, dirigida a todos los sectores sociales, incluidos esclavos liberados y clases populares. Esta propuesta desafiaba el modelo elitista heredado del colonialismo, abriendo paso a una pedagogía inclusiva y transformadora.
Formación moral como poder restaurador
En el Congreso de Angostura (1819), Bolívar propuso la creación de un “Poder Moral”, una cuarta rama del gobierno encargada de velar por la ética y la educación del pueblo. Aunque no se concretó, esta idea revela su convicción de que la pedagogía debe formar conciencia, no solo habilidades. Educar era, para él, un acto de emancipación espiritual.
Educación y libertad: el legado pedagógico del Libertador
Simón Bolívar soñó con una América libre, pero entendía que la verdadera emancipación no se lograba solo con independencia política, sino con educación. Su pensamiento, influido por Rousseau y los ideales de la Revolución Francesa, proponía una pedagogía que rompiera con la mentalidad colonial y sembrara una cultura de dignidad, participación y conciencia.
El saber como derecho y deber
Para Bolívar, la educación no era solo un derecho inalienable, sino un deber ético: formar ciudadanos libres, sí, pero también responsables. En sus palabras:
Por eso hoy me extiendo en este tema. Porque detrás de cada estatua hay un legado que merece ser comprendido, no solo observado. Porque los datos que incluyo no son ornamento, sino herramientas para interpretar, para conectar, para despertar preguntas en adultos, jóvenes y niños. A veces, los monumentos se convierten en paisaje, y el legado que representan se diluye en la rutina. Este texto busca lo contrario: restaurar el significado, provocar la reflexión, sembrar memoria.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco nació el 24 de julio de 1783 en Caracas, Venezuela, y falleció el 17 de diciembre de 1830 cerca de Santa Marta, Colombia.
Fue un niño huérfano de madre a temprana edad, con un padre exigente. Amamantado y criado por una esclava conocida como la negra Hipólita, a quien Bolívar consideraba figura materna y paterna. En 1821, le concedió la libertad, reconociendo en ella un vínculo que trascendía las jerarquías de su tiempo.
Viajó a Europa en varias ocasiones, la primera en 1799. Estudió, bailó en grandes salones, presenció la era napoleónica. Admiró a Napoleón, pero su visión cambió al contrastar ese liderazgo con las ideas sembradas por su maestro Don Andrés Bello: la independencia como deber ético y humano.
Regresó a su tierra natal y se casó con María Teresa del Toro, española, luego de dos años de noviazgo. A los ocho meses quedó viudo. Juró no casarse más. El duelo lo llevó a navegar entre afectos y contradicciones. En una exposición que presencié en Venezuela titulada El Libertador y sus mujeres, se le presentó con respeto y humanidad. Entre sus romances más significativos, destaca Manuela Sáenz, ecuatoriana, compañera política y emocional, a quien él llamaba la libertadora del Libertador.
Como broche de oro, Bolívar fue alumno y amigo de Don Andrés Bello, humanista, filósofo, jurista y educador. Bello, autor de la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847), sembró en Bolívar las ideas americanistas que germinaron en la gesta emancipadora. Fue el inicio de una historia que transitó de la bohemia a las batallas por la justicia, de joven rico a hombre que invirtió su fortuna en la libertad de los pueblos.
Murió por tuberculosis, tras recorrer páramos, ríos y fronteras. Fue traicionado y querido. Un hombre con defectos y virtudes. Un cuerpo que habitó seis naciones y cuya palabra aún resuena en el siglo XXI.
Bolívar como gesto restaurador
Más allá de los números, el video inicial que compartí revela una constelación de 64 estatuas —y quizás muchas más, invisibles en las estadísticas pero vivas en la memoria— que hablan a cada venezolano dentro y fuera de su país. A cada latino, a cada niño o adulto que las contempla en distintos rincones del mundo. Cada una es un mensaje, un metatexto: libertad, ética, visión de futuro, liderazgo, emprendimiento, prevención.
Bolívar no es solo historia.
Es gesto restaurador.
Es brújula ética.
Es símbolo migrante
Cada estatua es una pausa que nos recuerda que la libertad se siente, se educa, se cuida. Como docente que enseña con el andar y la palabra, Bolívar dejó valores que aún en el siglo XXI nos interpelan: Libertad para lo bueno, lo próspero, lo grande y lo digno.
Porque la libertad no es solo un derecho: Es una práctica cotidiana, una ética compartida, una promesa que se restaura en comunidad.
“Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder.”
— Simón Bolívar, Congreso de Angostura, 1819
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